Todo periodista sabe que hacer periodismo sobre periodistas no es ético, pero como en todo, siempre hay una excepción a la regla, ya sea para bien o para mal.
La reciente candidatura a la presidencia por el oficialismo del comunicador y presentador Mario Ferreiro, de cara a las elecciones presidenciales del 2013, ha despertado particular desconcierto entre el electorado nacional, inclusive entre aquellos que siempre han creido que “la política es el arte de lo posible”, como no pudo definirlo mejor el gran filósofo Aristóteles. Pero si de algo podemos estar seguros, es que la candidatura de Ferreiro, revela una preocupante crisis de representatividad y de orfandad políticas, no tan solo en el seno del oficialismo, sino también en aquellos partidos que que desde la vereda de enfrente aspiran el poder. Solo un partido con poco o nada de acervo político, ignora que las improvisaciones en política se pagan caro, que una reforma de las costumbres y hábitos de hacer política acaban con cualquier pretensión electoralista.
Sin una plataforma política concreta, ni tan siquiera una propuesta que esboce alguna remota solución a los grandes conflictos sociales que afectan al país, nuestro presidenciable colega pretende convertir las elecciones del 2013 en un festival de mediáticas papeletas, que le aseguren su paso por el Palacio de López.
Desde hace más de una década, no pocos periodistas seducidos por el poder, han decidido pasarse del ruedo periodístico al político con más desaciertos que aciertos, muchos solo movidos por el afán de cambiar su historia, sin reparar siquiera en la reputación profesional alcanzada a través de los años. No cabe duda, que si como periodistas lograron apenas salvarse, como funcionarios públicos han terminado por condenarse, algunos precipitando su hora con desafortunados escándalos públicos.
Finalmente, en un país como el nuestro, donde la improvisación política es tan profunda que huele a rancio y donde nada es lo que aparenta, en definitiva nuestro presidenciable colega será simplemente lo que el pueblo le permita ser.